lunes, junio 30, 2008

NO ME GUSTAN LOS LUNES…


Como cantaba Bob Geldof en “I don’t like mondays”, no me gustan los lunes. No se exactamente porque, pero los lunes acostumbran a ser grises, pesados, desagradables. Generalmente, y digo generalmente porque no siempre es así, termino cansado, triste o decepcionado. Desconozco la razón pero lo que más se asemeja a una teoría es que tengo un ritmo determinado para el fin de semana y otro para el resto de la semana. Como un sistema operativo para los fines de semana, vacaciones o puentes varios, y otro software para afrontar los días regulares.
Por algún extraño mecanismo no consigo pillar el cambio de ritmo y algunos lunes me gustaría borrarlos de mi calendario y entrar directamente en el martes como si tal cosa. Supongo que se repetiría el efecto y terminaría escribiendo un post titulado “No me gustan los martes…”
En fin, casi con toda seguridad mañana será martes desde primera hora del día…


Foto: Dimitri Castrique

domingo, junio 29, 2008

DESDE MI BALCÓN…



Desde mi balcón veo la vida pasar. Desde que me mude, hace ahora seis meses aproximadamente, he ido aprendiendo a encontrar los espacios en mi nueva casa. A sentírmela mía, a terminar de ajustarme a ella, como me coloco bien los jerséis cuando son nuevos. Y de todos los espacios el que más satisfacción me produce es mi balcón.
Tocado por una suerte inmensa, mi nuevo domicilio, se encuentra en la principal arteria de mi pequeña ciudad. En la Rambla pasa todo. Soy testigo de la alegría de las hinchadas locales, de un color u otro indiferentemente. Veo como un anciano recupera el resuello en un banco de piedra. Puedo ser espectador de lujo de la comitiva del carnaval. Todas las celebraciones, desfiles o comparsas, terminan pasando por mi calle.
Pero lo que más placer me produce, es que he aprendido a regalarme cada día, a la vuelta del trabajo, un cigarrito en mi balcón, donde veo transcurrir vidas anónimas. Veo danzar los escotes, con perspectiva zenital. Veo intimas reconciliaciones desde un observatorio discreto.
Ya de noche, con las ventanas abiertas y las cortinas corridas, escucho el bisbiseo de los coches sobre el asfalto mojado mientras busco encontrar alguna luciérnaga que se haya colado en mi habitación.